Mercedes Pailles
Mis Huaraches
The trick is what one emphasizes.
We either make ourselves miserable
or we make ourselves strong.
The amount of work is the same…
Carlos Castaneda
A ti, Maria Lorena Ramirez Nahuechi,
corredora Rarámuri
En la profundidad de Urique, entre el colorido de su vestimenta e impulsada por sus piernas, ella recorre kilómetros del territorio norteño. Sus pies retumban y el eco de las rebeliones de sus antepasados, los rarámuri, llegan a mí.
El correr es mi lenguaje, en Chihuahua, venimos de un linaje de corredores, junto al maíz; coseché la carrera. Desde los hormigueros humanos en mi tierra, para abastecernos de agua, cada vez más escasa, a diario caminamos a una distancia y velocidad inimaginable. A veces cuesta arriba, trayendo alguna pesada carga, sabemos: “nuestra adversidad nos hace crecer alas y en el momento menos esperado, el caminar largos tramos, nos crea un plumaje al corazón de los pies.” Y entonces, en época de carreras, de entre tanto turista equipado con la tecnología más novedosa, tomamos vuelo y surgimos victoriosos; mientras nuestros huaraches y su rústica confección, sonríen ante la diferencia.
Recuerdo haber arribado a Urique listo para vencer. Después de leer sobre la velocidad de esa jovencita, quería constatar: “soy y seguiré siendo el
corredor más veloz.” En estos tiempos de reconsideración y reacomodo del feminismo, sin negar su rapidez y demás características, seguro la ensalzaban. Por si las dudas, iba blindado, llevaba lo último en equipo para largas distancias.
En la profundidad de Urique calzo mis huaraches , su cuero y la fuerza de la tierra se enredan y me suben por entre las piernas. He nacido para correr, entre el colorido de mi falda, mis muslos, sandalias y saya, las pupilas y el alma del visitante se encandilan.
Mi espíritu rebosante de la cultura Rarámuri, deja oír mis mustios, sutiles y profundos deseos: “quiero ser infinita inspiración para ustedes bellas mujeres. En la cultura Tarahumara se entreteje también lo más reciente: sequía,minería, homicidios, muerte materna y aquella desnutrición, alejando a tanto niño de la vida. Aún así, andar mi tierra sigue siendo un paraíso. Mi piel cubierta por el colorido atuendo, elaborado con las manos de mi gente, me anima. Entre tela y tonalidad, mi lengua tarahumara se esparce por el viento. Algunos visitantes comentan: “son de pocas palabras.” Añado: “con pocas palabras se dice mucho; se expresa todo.” Como cuando miro las montañas. Verlas basta para sentir a Dios. Ellas me iluminan y comparten su don; la infinita belleza, y descomunal fuerza se torna plegaria… entonces, mi silencio agradece.
La distancia es la norma entre nosotros, nada nos alcanza. Los nuevos promotores de salud rarámuri han comenzado a prevenir la hambruna anidada entre sequía y panzas de tanto niño. El saber ancestral de hierbas y bosque regado por mi cuerpo; se vuelve mi norte. Olfateo, y encuentro tan sediento como yo, al riachuelo.
Un conocimiento de boca en boca, de tiempos remotos, vive en mi. Algunos visitantes se espantan y sorprendidos con mi limitado “saber”, se preguntan de donde saco la fortaleza mental, el entrenamiento del guerrero para vencer los demonios del miedo, cansancio y a los demás. Para mi en cambio, un conocer más allá de la formalidad escolar institucionalizada, me lleva a mi fuero interno y me reabastece de ciertas “materias” ancestrales conformando mi esqueleto mientras la velocidad desatada, corre y juega entre mis pies.
Cuando la vi pasar, de inmediato pensé: “tranquilo es tu cansancio y el jetlag, ¡nadie puede hacer zumbar al viento!” Al perderla de vista y queriendo constatar mi infundado miedo, emputado, me lancé a atraparla. Por momentos sucumbía a la desesperación y yo mismo me calmaba: “tranquilo, ya darás con ella.” Desquiciado por no hallarla, y sosteniendo mi dolido orgullo, me detenía a tomar aire y seguir la caza. Así anduve, errando el camino entre la escabrosa y quebrada sierra Tarahumara.
Perdí la noción del tiempo hasta sentir mis muslos quemarme. Embravecido y con un fuego extendiéndose en mi interior, no daba crédito…¡una mocosa de un pueblo olvidado donde los cárteles se disputan sus cultivos , me hacía perder toda una vida de entrenamiento! A lo lejos vislumbre una rústica cafetería y la sed en mi, se regocijo. Para mi desconcierto, allí estaba ella, yo sudaba y la mocosa sentada como si nada. Me sentí ojeando una revista de National Geographic, yo equipado con los modernismo más estudiados y ella en huaraches y un traje estilo Adelita. No sabía que me molestaba más, su tranquilidad y lo silvestre del lugar o mi ridículo atuendo altisonante...respire recordando los consejos de mis entrenadores. Entonces la vi, un halo la rodeaba, mismo que no me permitía seguir y competir a su lado. Sus años se escondían como el camino y agua del lugar. Ella sonreía, la corredora sin edad, relucía bañada de color mientras un coro de admiradores la circundaba. Me vió, y manteniéndome la mirada con sus diáfanos ojos y el color chocolate de su piel, se levantó y con una lentitud que me quemaba, me extendió la mano mientras en un castellano rústico decía, “bienvenido seas, he oído lo grande que eres, que así sea siempre.” Sus palabras me empequeñecían, dándome una cachetada con guante blanco mientras mis ínfulas se desmoronaban. Bebí un atole y salí bufando del recinto.
Al día siguiente, mi cuerpo sentía el esfuerzo pero sobre todo sus palabras me hacían trastabillar. Metido en la cama, a medio sueño y con la modorra untada en mi cuerpo, Lorena había trastocado mi espíritu. Salí a caminar, deseoso de llenarme de la fragancia de las montañas y de esa fuerza que ella exhalaba mientras sentía el hálito del cielo refrescarme; el paisaje me llevaba
a encontrar la calma. A unos pasos la ví. Calzada en sus huaraches y con su sencillez que la hacía profunda y ligera, siempre lista para correr; se preparaba. Como lobo tras su presa, sigiloso la observaba, la podía oler, de sus labios rojos como su blusa salieron unas notas impulsadas por su Dios, los pinos y la grandiosidad del lugar. Recordé mis lecturas sobre el tesgüino, bebida utilizada por su raza para acercarse a la deidad. Lorena tomó vuelo y como bella ave se perdió. Una molestia me detonó por los muslos y sin entender bien a bien, un cambio se daba entre mis vísceras. Suspiré y recordando sus labios carmesí y aquel cántico que mi alma padecía al verla, impulsado por su rastro, salí como animal en celo. Mientras me descubrí diciendo: ”decidido estoy por alcanzar su alma y su andar.”
La velocidad viaja entre mis sandalias y mis pies corren para después andar. Trepan rocas,vencen demonios, se mueven con rapidez reflejando la cotidianidad de ascender, llegar y volver a empezar . Alzó la mirada y me encuentro con la vastedad y silencio del lugar . Mi respirar agitado ensancha todo y el murmullo del batir de mis alas, se hace escuchar.
Mi gente cuenta que nuestros abuelos se fueron replegando entre las montañas para protegerse de la “civilización”. Hoy mi hermano sueña con un patrocinio, en cambio yo imagino compartir este andar con las demás niñas y mujeres del lugar.
Impulsada por los árboles, la ventisca me lleva lejos, más allá de lo que la vista abarca y vuelo...A lo lejos escucho: “es la mujer más veloz.” Yo solo sigo al viento…antes de correr desayuno pinole y unos suculentos frijoles. Mis pies saben..la velocidad viaja entre mis huaraches y mis pies no dejan de correr para después andar.
Me dediqué a seguirla, en el camino algunos lugareños, molestos me confundían con algún promotor de salud, para sorpresa de todos, no participé en la carrera. En la profundidad de Urique, ella, nacida para correr, entre el colorido de su vestimenta sigue al viento y nada más.
Ahora soy entrenador y ante las ínfulas de mis alumnos, los invito a sentarse y les cuento sobre Lorena y mi penosa actitud . Sus palabras honrando al corredor en mi, regresan, “bienvenido seas, he oído lo grande que eres, que así sea siempre.” Ella en su inmensidad venera todo y a todos en su paso, en cambio yo tardé en respetar la vida. Gracias hermosa Lorena, mi alma te agradece infinitamente. Tu deseo se extiende en mí y se expande a mis alumnos: “eres inspiración y tus huaraches y emoción las llevo y caminan en mi. Que el arroyo de tu pueblo se llene de agua, y los males azotando tu hermosa Chihuahua sean contenidos por Onorúame.”
Bio
My name is Mercedes Pailles, among my educational background… a Masters in O.T. I am a psychomotricist, pedagogue, and certified teacher of Infant Massage. I just graduated in Cadenas Musculares GDS México and I am currently finishing the Ivaldo Bertazzo Method. I have taught for 32 years. Within my repertoire is writing, being an educational consultant, given national and international workshops but foremost, if I was given the gift to choose once more…I would become an educator a thousand times!