L. A. Ballesteros Gentile

Un día de primavera 

Por la mañana de un día invernal, 

el nieve cayendo como estrellas perdidas—

en esa mañana desperté y alcancé 

a pensar de mi madre; de ella esto lo pensé: 

         Tengo casi tres años (ya no recuerdo 

         su cara o voz) y está corriendo sobre

         las piedras y el pasto (a veces puedo 

         oír el sonido de sus huesos, corriendo 

         y corriendo y pasando la puerta de 

         nuestra casa, de todas las casas que 

         han pasado por mi vida) y después 

         hay un camión lejano perdiendo control 

         y así cayendo desde la mano de Dios, 

         enterrando mi madre debajo de la 

         calle—y yo, pobrecito, espero su 

         regreso, jugando con mis peluches, 

         muertos sino en mi imaginación. 

Murmullos del Pasado 

¿Oy abue? 

¿Oíste las alas encima del viento, 

Como derramaron el tiempo sobre 

Nuestros sueños y como eso es 

Porque ya nadie puede soportar 

El peso de la vida despierta? 

Ay abue: se que siempre está

Hablando del regreso a su país natal 

Pero de veras no creo que en estos 

Tiempos habrá la ocasión.