Isis G.
Manos Destrozadas
I.
Es más de medianoche y el aire está caliente. El sonido de los tacones de Leonor golpeando la banqueta se mezcla con la música a todo volumen fuera de la discoteca. Ella se levanta el vestido sin tirantes mientras saluda a su novio. Es bastante joven y atractivo. Más de la mitad de su camisa está desabrochada, dejando al descubierto su pecho desnudo. Leonor baja la mirada hacia su pecho húmedo de sudor.
“Estaba a punto de irme,” se seca el sudor de la frente.
“No puedes apresurar la belleza,” Leonor agarra su cabello voluminoso y lo empuja para que caiga detrás, justo encima de su trasero.
Jasiel lleva a Leonor a la entrada de la discoteca con la mano agarrando su cadera. Sus dedos recorren sus curvas a través de su vestido ajustado. Las luces del escenario iluminan el rostro de Leonor. Varias cabezas se giran para admirar su entrada. El agarre de Jasiel sobre la cadera de Leonor se aprieta. Él mueve sus manos hasta su cintura, acercándola a él.
En la cabina circular, Jasiel se sienta con las piernas abiertas. Leonor se queda de pie con las piernas temblorosas y mira alrededor de la pista de baile.
“¿A quién buscas?” Jasiel cruza los brazos sobre el pecho, sus pelos finos lo rozan.
“Nadie. Quiero bailar.”
“Adelante, pero quédate donde pueda verte y tráeme un trago,”
Leonor junta sus manos con emoción. Sus tacones golpean contra el piso de cuarzo mientras se sumerge en la discoteca. Al pasar por la pista de baile llena de gente, mantiene las manos cerca de su pecho. En la esquina de la barra, se reúne un grupo de hombres mayores.
“¿Qué le gustaría tomar, señorita?” el camarero se limpia las manos con el trapo mientras observa a Leonor.
“Pagaré la bebida de la dama,” le dice uno de los hombres en la barra al camarero. Leonor le sonríe suavemente al hombre, y el grupo se acerca cada vez más a la joven.
“¿Tienes novio, hermosa?” Otro hombre del grupo le pregunta a Leonor.
“¿O necesitas uno?” El hombre a lado de él añade y mira. Ella parece pequeña en el reflejo de sus ojos.
“Tengo uno. En realidad, está esperando su bebida, así que si me disculpan,” Leonor se vuelve hacia el camarero para pedirle un trago, pero Jasiel se acerca a la barra. Él le golpea el abdomen de Leonor con el brazo, deteniéndola. Con fuerza, le jala su brazo lejos de la barra, arrastrándola fuera de la discoteca.
En la banqueta, él la lanza lejos de su alcance. Sus ojos arden a través de su cuerpo. Leonor mira alrededor de la calle vacía. Coloca su mano sobre su brazo, cubriendo las marcas rojas de los dedos.
“Te dije que me trajeras una bebida, no andar de resbalosa con los hombres en la barra,” Jasiel tira el brazo hacia atrás para hacer un gesto hacia la discoteca.
“Sólo estábamos hablando, amor. No pasó nada,” Leonor se acerca y extiende sus manos hacia el rostro de Jasiel. Le da una palmada en las manos.
“Todo lo que haces es mentir, puta,” él la agarra del brazo y la arrastra hacia su coche.
Jasiel tira a Leonor al asiento trasero. Los ojos de Leonor se llenan de lágrimas. Su vestido sin tirantes se está resbalando y su cabello está rizado por el aire húmedo de la noche calurosa.
“No hay otra manera de impedirte meterte con tantos hombres como una zorra,” Jasiel revisa su coche desordenado y saca una cuerda.
“No lo volveré a hacer, lo prometo. ¡Por favor!” Leonor suplica con lágrimas en los ojos.
“Nunca lo volverás a hacer después de esto,” Jasiel sostiene la cuerda como si fuera un cinturón mientras se arrodilla encima de ella.
Él le enrolla la cuerda alrededor de su cuello y la jala como si fuera un perro. Su peso mantiene su cuerpo abajo, limitando su fuerza para defenderse. Mientras él aprieta la cuerda alrededor de su cuello, Leonor golpea las manos de Jasiel.
“Tu belleza es demasiado para este mundo, mi amor,” Jasiel susurra y pasa un dedo por su lágrima. Sus globos oculares están a punto de caerse.
Jasiel agarra las caderas de Leonor y desliza sus manos por los lados de su cuerpo. Cuando llega a su cuello, envuelve sus dedos alrededor y aprieta su agarre. Leonor golpea la ventanilla del coche sobre su cabeza. Su mano se desliza hacia abajo y su expresión se suaviza. La luz abandona sus ojos.
II.
La luz brilla en los párpados de Jasiel y él arruga su rostro, cubriéndolo con la mano. El asiento trasero de su coche está hecho de cuero. Su cuerpo está ensopado de sudor. El coche está estacionado en un estacionamiento vacío cerca de la carnicería.
Jasiel tira los codos hacia atrás para levantar el torso. Detrás de su cabeza un policía golpea la ventanilla. El cuerpo de Jasiel se sacude y gira hasta quedar sentado. El policía señala con el dedo el exterior del coche. Sus mechones de cabello se pegan a su frente junto con su gorra de policía.
“¿Qué haces aquí, jovencito?” el bigote del policía se mueve junto con sus labios.
“Lo siento, señor. Estaba demasiado borracho para manejar a mi casa desde la discoteca, así que dormí en mi coche,” Jasiel mueve sus manos frente a él mientras habla.
“¿Cómo te llamas?”
“Jasiel Contreras,” él responde con confianza. El sol brilla duramente sobre su ropa sudada.
El teniente Fuentes ignora su ropa y observa su humilde coche. Jasiel parece estudiado, un joven con mucho potencial. Tiene vida en sus ojos y la oportunidad de convertirse en un hombre exitoso. El poder estaba en las manos de Fuentes. El policía mira hacia la cajuela. La pintura del coche está descascarada y oxidada.
“Que tengas un buen día, mijo,” Fuentes le da unas palmaditas en la espalda a Jasiel. Se da vuelta y su mirada se detiene en Jasiel que corre hacia el asiento del conductor.
III.
Jasiel se amarra el mandil alrededor del torso antes de empujar la puerta hacia la carnicería. El olor a carne fresca penetra por sus agujeros de la nariz. Agarra un cuchillo de carnicero y trocea la carne de cerdo en trozos. Jasiel observa atentamente el cuchillo que tiene en la mano antes de dejarlo. Pasa su dedo por las partes cercenadas del cerdo.
El jefe de Jasiel se acerca a él cuando deja de escuchar el sonido del cuchillo golpeando la tabla de cortar.
“No te duermas, Contreras,” los cuerpos de animales muertos cuelgan sobre la cabeza de Lorenzo mientras coloca sus brazos cruzados sobre la vitrina.
“Lo siento, no dormí bien anoche. Ando un poco distraído,”
“Esa novia golosa te mantuvo despierto, ¿eh?” Lorenzo le da a Jasiel un gesto de aprobación.
“Algo así,” Jasiel sonríe y se lame los labios.
“¿Dónde está esa zorra pequeñita?” Lorenzo mira alrededor de la carnicería vacía. Jasiel toma el cuchillo.
“Con su hermana que acaba de regresar después de muchos años,” Jasiel mira hacia abajo para seguir picando.
“Cuéntame más sobre ella,” Lorenzo se inclina.
“Todo lo que sé es que ella es la hermana mayor de mi novia,”
“Entonces, ella está más cerca de mi edad. Chale, ¿ni siquiera sabes su nombre?”
“Rina,”
“No mames, que nombre tan inmaduro,” Lorenzo se echa a reír. Las lágrimas se acumulan en el rabillo de sus ojos. “Bueno, cierra el lugar para mí, ¿no?,” Lorenzo da unas palmaditas en la vitrina y se aleja.
“Por supuesto. Hasta mañana, Enzo,” Jasiel le dice a su jefe al salir.
IV.
Jasiel da un profundo suspiro después de girar el letrero de la puerta principal a CERRADO. Se quita el mandil y lo sostiene bajo el brazo mientras camina de regreso a su coche. Camina hacia la cajuela y mira alrededor del estacionamiento oscuro y vacío. Las luces de la calle son débiles, creando un camino hacia el centro de la ciudad.
Abre la cajuela y tira su mandil al lado de la maleta negra. Recoge la maleta y la arrastra más allá del estacionamiento hasta la carnicería. Levanta la maleta y la tira encima de la mesa de procesamiento. Camina hacia el estante del equipo y sus ojos exploran la variedad de herramientas. Él alcanza una sierra para huesos.
Vuelve a la maleta y la abre lentamente. Una mano pálida y delicada cae de la maleta. Jasiel lo sostiene por unos momentos, pasando su pulgar por la mano de su amante difunta. Él hunde sus manos en la maleta, levantando el cuerpo de Leonor; ella es más pesada que esas noches calurosas que él la levantó sin lucha.
Él la carga como lo habría hecho al traerla a su futuro hogar después de su luna de miel. Usa las piernas colgantes de Leonor para empujar la maleta vacía fuera de la mesa. La deja sobre la mesa como un patólogo a punto de realizar una autopsia. La desnuda con más suavidad que antes. Su vestido está arrugado y húmedo. Agarra con firmeza la sierra para huesos y la sostiene sobre los miembros de Leonor. Comienza su disección. La sangre de su amante le salpica el rostro cuando trocea sus brazos.
V.
Jasiel regresa a su apartamento solitario. Lleva la maleta negra en la mano y se acerca al congelador de su habitación de invitados. Su amante no es más que un saco de miembros. Saca la bolsa de plástico de la maleta y la tira dentro del congelador, encima de la carne congelada que él mismo cortó en la carnicería.
Un zumbido vibra a través de la maleta. Jasiel se acerca y se agacha para buscarlo. Saca unos guantes del bolsillo trasero de su pantalón y se los pone antes de agarrar la cartera de Leonor. Lo rebusca hasta encontrar su teléfono. El teléfono de Leonor ilumina el rostro de Jasiel. Lee el nombre del contacto: Rina. Se desplaza para encontrar el mensaje.
Rina: ¿Dónde estás?
Jasiel mira fijamente el mensaje por un minuto antes de que sus pulgares comiencen a escribir.
Leonor: Me voy de viaje, volveré pronto.
Jasiel apaga el teléfono de Leonor y lo vuelve a guardar en su cartera. Coloca una mano sobre el congelador como si fuera una tumba. Sale de la habitación y cierra la puerta, dejando a su amante en la oscuridad.
VI.
La noche es larga y calurosa. El estacionamiento de la cervecería está vacío. Jasiel ve a una mujer atractiva parada afuera fumando un cigarrillo. Ella parece un poco mayor y sus ojos lo miran ansiosamente. Su fina blusa blanca abotonada presiona contra su piel pálida.
Jasiel se sienta en el banquillo y se acerca a la barra buscando al camarero. Lo mira a los ojos desde lejos y hace un gesto de reconocimiento. El camarero le entrega un vaso de whisky. Rápidamente se lanza el trago a la boca y golpea el vaso contra la barra.
La mujer mayor entra a la barra, sus tacones golpean el suelo de madera con cada pavoneo. Los ojos de Jasiel se posan sobre el cordón de su ropa interior de encaje enganchado a su cadera. Ella tropieza en el asiento a dos banquillos de él, el bloque de hielo se encuentra entre ellos.
“Buenas noches,” dice levantando la cabeza, mirando a la mujer. “Nunca te había visto aquí antes.”
“Sí, acabo de regresar a la ciudad. Mi hermana me convenció,” ella arrastra sus palabras y continúa, compartiendo demasiado con él, “Y mírame, ella me abandonó esta noche.”
Ella pone su mano sobre sus ojos. El camarero mira desde lejos a la mujer angustiada. Jasiel le chifla al camarero y le hace un gesto para que les dé a los dos otro trago. El camarero mira la colección de vasos vacíos que Jasiel tiene enfrente de él pero les hace el favor.
“¿Por qué te fuiste?” se atrevió a preguntar.
“Quería ser detective pero era demasiado para mí,” ella mira el trago enfrente de ella y regresa la mano a sus ojos. Él se acercó un poco más.
“Perdóname por no preguntar antes, pero ¿cómo te llamas?” él toma su mano por su pierna entre las suya. Ella retira la mano de sus ojos y gira la cabeza hacia su lado.
“Flor,” él se lleva su mano a los labios. Ella lo mira sorprendida.
“Un hermoso nombre para una hermosa mujer,” él susurra contra su mano. El hielo es un charco de agua derretida.
VII.
Jasiel lleva a Flor por su apartamento, barriendo el tiradero a lo largo del camino con sus pies desesperados. Una mano agarra su cintura y la otra sostiene su rostro húmedo de sudor y maquillaje corriendo. Sus labios se funden con los de ella en una pasión cegadora. Sus tacones hacen ruido contra el piso de madera mientras camina hacia atrás hacia la habitación de invitados.
Flor le rodea el cuello con los brazos. Jasiel suelta un gemido frustrado mientras levanta sus piernas contra su pelvis. Él la lleva hacia el congelador de carne y la coloca encima. El frío del congelador quema contra la falda ajustada de Flor. Desliza sus manos por los lados de su cuerpo y envuelve sus dedos alrededor de su cuello.
“Dime que eres mía,” Jasiel exhala y sale como un débil susurro.
“Soy tuya,” Flor mira a Jasiel a los ojos. Esos ojos le parecen familiares. La mente de Jasiel recuerda la noche calurosa en el coche cuando reclamó a Leonor. Sus ojos lo miraban de la misma manera.
“Sé amable conmigo, amor,” Jasiel aparta sus manos de ella. Nunca volvería a lastimar a nadie.
“Perdóname, Flor,” mira sus manos temblorosas y se aleja de las olas de calor entre ellos. Sale por la puerta, dejando a su amante en la penumbra. La luz de la luna brilla en el rostro de Flor.
VIII.
Jasiel amaneció con la cabeza apoyada en el sofá de cuero. Está ensopado de sudor. En la mesa de café, junto a su vaso de whisky, hay una carta. Lo agarra y lo desdobla. Sus ojos se entrecierran sobra la escritura:
Ven a cenar esta noche a las ocho,
Carnicería La Sultana.
En la esquina inferior de la carta, hay un dibujo de una rosa con sangre goteando de las espinas. Flor.
El hoyo en su estómago creció. Se sostuvo el abdomen con una mano y la boca con la otra mientras corría hacia el baño. Se apretó contra el asiento del inodoro y liberó el veneno que consumió en exceso anoche.
IX.
Jasiel maneja hasta el estacionamiento de la carnicería. Un coche nuevo y brillante sobresale como un pulgar dolorido. Se estaciona al lado. Saca las llaves del coche y funde su cuerpo en el asiento del conductor. Sale del coche y las llaves le tiemblan en la mano. Se los mete en el bolsillo y suspira profundamente antes de entrar a su lugar de trabajo.
Flor lo espera detrás de la vitrina. Jasiel se vuelve hacia la puerta que se cierra detrás de él. El letrero está volteado para ABIERTO por dentro.
“¿Cómo estás aquí si la tienda está cerrada?”
“Lorenzo dijo que estaba bien. Él fue muy tierno conmigo,”
Jasiel camina lentamente detrás de la vitrina. El vestido de Flor llega hasta sus rodillas y tiene lentes puestos. Sostiene dos copas de vino en sus manos y con cuidado le entrega una a Jasiel.
“Sé que tú favorito es el whisky, pero hoy es especial,”
“¿Por qué es eso?” él agarra la copa de cristal. Bebe un sorbo y lame sus labios.
“Eso es una sorpresa,” Flor le sonríe a Jasiel.
Ella toma su mano y lo lleva a la mesa de procesamiento. Ella se sienta en la mesa y él la sigue, tomando tragos de la copa de vino.
“Lamento lo de anoche, Flor,” él deja escapar.
“No te preocupes por eso, precioso,” él la observa presionar sus labios sobre la copa de vino para tomar un sorbo. Jasiel bebe el resto de su vino.
“¿Por qué estamos aquí?” Flor toma su copa casi llena y el de él vacío y los coloca en el suelo.
“Para terminar lo que no logramos anoche,”
X.
Flor empuja el torso de Jasiel hacia abajo sobre la mesa de procesamiento. Ella se sube encima, pesando sobre él para acostarlo sobre la mesa. Él le clava las uñas en la piel y ella le jala su cabello mientras derriten sus rostros juntos. Flor sube los brazos de Jasiel y sostiene sus manos por encima de su cabeza contra la mesa.
El calor que arde entre ellos se convierte en hielo. Los sentidos de Jasiel lo abandonan. Flor siente que su cuerpo se debilita y lentamente aleja sus labios de los de él. Ella se baja de él y sostiene su copa de vino vacía.
“No deberías confiar tan fácilmente, mira adónde llevó eso a mi hermanita contigo,” el cuerpo de Jasiel yace inmóvil sobre la mesa de procesamiento como un cadáver.
Flor camina hacia el estante del equipo y sus ojos exploran la variedad de herramientas. Ella saca un cuchillo de carnicero y regresa a la mesa. Los ojos de Jasiel se mueven atacadamente.
“Sé que Leonor no fue la primera, pero me aseguraré de que sea la última,” ella sostiene el cuchillo por su oreja y lo golpea contra los dedos de Jasiel. Se cortan como mantequilla. Los ojos de Jasiel se llenan de lágrimas.
Flor corta las manos de Jasiel en trozos. Su rostro arde y está a punto de echar espuma por la boca.
“Te diré mi nombre para que me conozcas así como te conoció Leonor,” la luz en los ojos de Jasiel comienza a debilitarse.
“Mi nombre es Florina Valero, pinche cerdo,” ella escupe en sus manos destrozadas.