Claudia Melendez

2 Poems

A home on Privada Clavel

There has to be silence in the apartment

Silence in the living room

In the spaces where you move when you arrive

after night fall

when you're tired from the job at the steel mill

even though you are not a laborer

even though you likely spent many hours

away from work, at some other woman's home.

So we seek refuge in the bedroom

four kids corralled among four walls

I, the enforcer, scolding the little ones for being loud

for crying, for disobeying the orders, for making you angry.

I don't care if he's angry, I just want to watch TV, 

the middle child screams defiantly

And I bite my tongue

keep my hands away from the brat

If I hold too tight I will leave a mark

even if that's not my intention

even if that's what the brat deserves

Sometimes, in the living room, I hear the fights 

not enough money for eggs, for school uniforms, tuition,

for shoes, for the bus, for milk, so all we eat is 

frijoles con mayonesa y tortillas

but man, aren't they amazing?

Other times there is dancing in the living room

you and your bride who have not even turned 29

dancing to Barry White's basement bass

perhaps imagining what it would be like

not to have four hungry mouths to feed

I escape during those times

to a place out in the world

that exists just fine without me

but when I get there, it's transformed 

with the words that struggle to break free

every time you come home, Papi.  

Hombres de Maíz II

A mi suegro lo enterraron 

un día después de morir

en un cementerio al borde de las nubes 

del bosque de ahuehuetes y nogales.

En tierra Xochimilca

entre Ozotepec y Tlanepantla

territorio disputado desde que Nezahualcoyotl

fallara en su intento de aliarse con Izcóatl. 

A mi suegro lo enterraron junto a Reyes y Rosita

su origen, su Adán y Eva; 35 años después de él

27 después de ella, y a menos de uno 

después que la segunda Rosa falleciera.

A mi suegro lo velamos en su casa todavía en construcción,

en la sala verde, a unos pasos del sillón de la discordia,

del perro al que ya no podrá correr jamás

y del gato mustio que aprendió a amar.

Cuando salió de la casa en su féretro

su hijo mayor aplaudió 

el dolor finalmente desbordado 

Otros hijos,sus sobrinos, sus vecinos, lo empujaban.

Ehécalt, en su gran sabiduría

en un delicado y respetuoso adiós,

las ramas de los árboles acarició.

 

A mi suegro lo cargaron desde su casa al cementerio

ocho hombres del pueblo bendecidos por el sol

con el color de la tierra.

Apenas un trapo para amortiguar el peso

del cuerpo deshabitado, de la caja de madera

de 83 años de penas, cuesta arriba, el calvario. 

Lo bajaron a la fosa, que fresca habían cavado

los hombres del pueblo

sus hijos, sus vecinos,

la comunidad que ahora le llora.

Su solidaridad elogiaron

Su temple, su apoyo a causas justas

su vida de hombre de la tierra

por la tierra y para la tierra.

 

Su ánimo de encarnar la revolución de Zapata

traicionada desde entonces por el neoliberalismo

el capitalismo, la avaricia, 

y hasta miembros de su propia familia.

Adiós, suegrito, adiós.

Se quedan tus pinturas, tus hijos, tus nietos, 

la casa que construiste.

El amor que vaciaste cada año en el cultivo

en la milpa, en la tierra generosa que calladamente

sostiene a millones de mexicanos

sin trompetas, sin medallas, ni discursos.

Se queda tu imágen estoica de indígena valiente

bofeteado por la vida

siempre de pie, 

siempre digno,

siempre trabajador,

gruñon a veces,

pero siempre a la espera de un sueño

por fin a punto de cumplirse.  

Bio

Claudia Melendez: “I'm a long-time journalist and writer of Indigenous Mexican ancestry. My writing has been published in La Jornada, Latina Magazine, and other publications in the United States and Mexico. In 2017 I co-founded of Voices of Monterey Bay, a bilingual online news magazine. My poem “Transitioning” was the recipient of the 2022 Red Wheelbarrow Poetry Award.”